Cada vez es más frecuente encontrarse con personas que parecen haber asumido que sufrir dolor de espalda por una lumbalgia u otra causa a partir de cierta edad es algo natural, como si fuese una de las tasas más a pagar por vivir en la ciudad con sus largas horas sedentarias, la falta de tiempo, y el estrés laboral-vital.
Cuando estos dolores además van acompañados de hernias discales, parece que la única escapatoria pasa por el quirófano, con todo lo que supone y las limitaciones posteriores que muchas veces conlleva. Sin duda, en muchas ocasiones, esta es la única y mejor solución, pero en otros casos, un adecuado trabajo de base, puede evitar tener que pasar por manos cirujanas y permite recuperar calidad de vida.
Me parece interesante ahondar un poco más sobre los factores implicados en el dolor lumbar, ya que nos terminan por afectar a casi todos.
Cada persona es un mundo, y sus circunstancias únicas, pero hay tres aspectos que, está comprobado que ayudan de manera milagrosa en prácticamente todos los casos de dolor lumbar: Salud intestinal, trabajo muscular y factor psicológico.
Nuestro segundo cerebro: El intestino
Es impresionante los múltiples beneficios que experimentan las personas al hacer un cambio importante en sus hábitos alimenticios a diversos niveles. En un primer estadio, las molestias musculares pueden estar provocadas por un exceso de acidez en nuestros tejidos, debido a una alimentación rica en toxinas y sustancias acidificantes como el azúcar, los estimulantes y los productos refinados. El abuso de estas sustancias, a la larga, actúa en detrimento de minerales fundamentales para el correcto funcionamiento de nuestros huesos y músculos como el calcio, el magnesio y el zinc. Su carencia, prolongada en el tiempo, entre muchas otras cosas, provoca alteración en nuestro sistema nervioso, acentuando la sensación de estrés que también juega un papel importante.
El incorrecto funcionamiento de nuestros intestinos (más habitual de lo que podríamos pensar), cuando se prolonga en el tiempo, termina por producir irritación e inflamación, afectando a nuestra musculatura abdominal (que se distiende) y, a la larga, por compensación, al resto de la musculatura.
Factor psicológico
Detrás de la mayoría de las lumbalgia nos encontramos con el famoso estrés, que viene a recordarnos que en algún área no nos sentimos a la altura, teniendo que activar los mecanismos que permiten ir un poco más allá, poniendo a nuestro cuerpo en un estado de alerta, que, siendo necesario en un corto período de tiempo, mantenido, desgasta a todos nuestros sistemas.
Trabajo muscular
Ya sea para prevenir esta situación como para tratarla el masaje thai es uno de nuestros mejores aliados.
El masaje tailandés actúa sobre las concentraciones de energía, liberando los excesos y disolviendo los estancamientos. Limpia los canales energéticos permitiendo que la energía pueda circular libremente de nuevo, para nutrir aquellas zonas en déficit y así lograr el restablecimiento de la salud.
Además, ayuda a la relajación de la musculatura que, por compensación, termina sobrecargándose y, al trabajar sobre el cuerpo en su conjunto, permite el restablecimiento de la simbiosis natural en la que habitualmente se mueve nuestro cuerpo.
A su vez, no olvida la musculatura profunda, así como el intestino, trabajo que, si acompañamos de un buen sistema nutricional, y ejercicio específico multiplicaremos exponencialmente.
Al tratarse de una terapia energética, su efecto sobre el sistema nervioso es casi inmediato, ayudando a que la gestión del estrés sea equilibrada y que los acontecimientos de este baile que es la vida no desestabilicen nuestra estructura haciéndola enfermar.
Tulia Casado Amo
Directora de la Escuela Española de Masaje Tailandés
mthai.es