Vivir en el Tiempo Verdadero

¿Quieres más?

¿Te gustaría estar siempre al día con las últimas tendencias, consejos y secretos?  Suscríbete a nuestro boletín mensual y sé parte de una comunidad exclusiva.

El Ser Humano no sólo debe de comer alimentos verdaderos, sino vivir en “su tiempo verdadero”.

A estas alturas casi todo el mundo sabe la importancia que desde la Macrobiótica (la Gran Vida) le damos a la forma de alimentarnos, entre otras costumbres de vida. Tanto es así, que muchas personas creen que sólo es “una dieta muy especial”, pero esto no corresponde con la realidad, aunque a veces es lo que más llama la atención.

También es de sobra sabido que un proceso de enfermedad en el Ser Humano está puesto en marcha a través de una lista de complejas situaciones, que hemos de descubrir, para llegar a las causas y poder así transformar el desequilibrio que llamamos enfermedad, en equilibrio conocido por salud.

En este complicado puzzle encontramos los hábitos de vida de la persona, tan cotidianos como importantes; sus ciclos de sueño y vigilia; su actividad y su descanso; su trabajo y su diversión; su ambiente de familia y de trabajo, si disfruta de ello o lo sufre; su ejercicio; sus formas de pensamiento; sus creencias; su visión más o menos profunda de la vida; su facilidad o dificultad para generar relaciones armoniosas; su forma de alimentarse en todos los niveles que necesita nutrirse (comida, bebida, amor, amistad, información, conocimiento, etc.). Y, añadido a todo esto -¡cómo si fuera poco!-, las experiencias que la Vida le va a ir proporcionando durante esta entretenida aventura que llamamos “nuestra vida”.

Dentro de todas estas cuerdas que suenan como una melodía más o menos afinada destaca el que toca la pieza: éste es el gran y único protagonista. Para que esta música suene bien, es fundamental que las cuerdas estén afinadas. Aquí resalta nuestro estilo de vida y todo lo citado anteriormente, pero hay un factor tan poderoso que sin él lo anterior no serviría para conseguir “tocar una buena pieza” y este factor es el TIEMPO, que es lo que dará el ritmo perfecto o lo echará todo a perder.

En nuestra vida ocurre exactamente lo mismo. Cada uno de nosotros resuena con lo que le rodea, con la Naturaleza y el Universo entero; de aquí viene la palabra “persona”, de “per-sonar”, de resonar.

Sí, ¿pero en qué tiempo resonamos? ¿Aquí y ahora, en este momento presente que es nuestro tiempo real? ¿o nos pasamos la vida reviviendo el pasado y temiendo al futuro mientras el presente y sus tesoros pasan delante de nuestras narices, sin ni siquiera prestarle la más mínima atención?

Este pasado-futuro que ya o aún no existe echa a perder “nuestra música” porque estamos viviendo en el tiempo equivocado. La Vida está sucediendo ahora; sólo ahora podemos disfrutar el privilegio de vivirla, sólo ahora nos ofrece todo lo que necesitamos para este momento. No se nos dará mañana ni se nos dió ayer, se nos da AHORA, ese Eterno Presente que barre todo lo viejo que ya no nos es útil y consigue que todo se renueve incesantemente. Este tiempo real o equivocado es el verdadero director de nuestra orquesta y determina la realidad de todo lo que experimentamos.
Es tan importante o más cómo percibimos la situación que nos llega que la propia situación en sí misma, independientemente de que sea agradable o no.

Bueno, pues una vez más vemos, desde esta estrecha interrelación que existe entre todos los fenómenos, cómo hay alimentos que nos ayudan a situarnos en el presente y alimentos que nos desayudan, atándonos al pasado o proyectándonos en el futuro hasta desenraizarnos de la realidad que va siempre unida al presente.

Los alimentos que más nos atan al pasado son alimentos muy concentrados muy Yang, cuya carga energética produce estancamientos y rigidez, tales como las carnes, los embutidos, los salazones, quesos curados, huevos, la sal y el pan. Alimentos que deberíamos medir en la cantidad como en la periodicidad en la que los ingerimos.

Por el contrario, los alimentos con una carga muy Yin nos proyectan fácilmente al futuro dispersándonos hasta perder el contacto con nuestras raíces y con nuestra integridad energética. En este capítulo nos encontramos con todas las drogas, los químicos, bebidas industriales, estimulante, azúcares rápidos, la leche y los refinados. Son todos ellos alimentos que acidifican la sangre, produciendo una cierta inquietud e intranquilidad a nivel psico-emocional, además de gastar importantes cantidades de oxígeno en su digestión y robarnos minerales de los tejidos duros como son los huesos y los dientes. De ahí que sea importante saber, no sólo las vitaminas y nutrientes que nos ofrece un alimento, sino lo que nos quita; esto último puede ser más importante que lo primero para determinar lo más o menos que nos interesa consumirlo.

Y, después de los disgustos, viene la buena noticia: los alimentos naturales, vivos, sin refinar y, a poder ser, ecológicos (sin químicos añadidos), bien cocinados y bien masticados son alimentos de primera mano, fruto de las energías de la Tierra alimentados y madurados por las energías de la luz del Sol. Su estructura cristalina especializada en captar la dimensión de la luz los convierte en alimentos de luz para nuestras células y para nuestra autoconsciencia.

En este apartado entran: los cereales integrales, las legumbres, las algas, las semillas, los frutos secos, etc… de los que hemos de destacar a los granos, especialmente la categoría de cereales: el arroz, la cebada, la avena, el mijo, el trigo sarraceno… Estos cereales, portadores de su propia simiente, nos proporcionan un información muy interesante, además de valiosos nutrientes en las justas proporciones que necesitamos. Los granos centran nuestra energía y nos ayudan a enfocarnos en el presente.

También las legumbres fortalecen los riñones y ayudan, junto con los cereales, a formar una proteína completa que ayuda a que la persona se sienta tranquila y en calma, conectada con su tiempo real.

Es muy importante no conformarnos con la teoría, sino experimentarla. Este artículo es una invitación a ello. Primero afinemos las cuerdas, luego se trata de añadirle los tiempos para seguir el ritmo y conseguiremos tocar una buena música en nuestra vida.

Mª Rosa Casal
Maestra Instructora de TAO CURATIVO • I CHING DAO
Profesora y Directora de Escuela de Vida
www.escueladevida.es

Haz tu buena obra del día ¡Compártelo!

5,5 minutos de lecturaActualizado: 02/04/2018Publicado: 08/07/2016Categorías: Salud NaturalEtiquetas: , , ,

Comenta este artículo