Vaso lleno no suena

 

Era un maestro cuya enseñanza hacía hincapié en la necesidad de percibir el vacío primordial y la transitoriedad. Instaba a sus discípulos a que se vaciaron de todo y percibieran el sustrato sin formas de todo lo existente, la energía que todo lo anima. Pero tanto enfatizaba en este aspecto de la enseñanza que un día varios discípulos le dijeron:

-Maestro, no es que cuestionemos tus enseñanzas, pero ¿no pones demasiado énfasis en la doctrina del vacío?

El maestro sonrió y dijo:

-Al atardecer quiero veros a todos aquí con un vaso de agua.

Declinaba el día. Los discípulos se reunieron con el mentor, cada uno de ellos llevando su respectivo vaso de agua. El maestro dijo:

– Golpead los vasos con cualquier objeto y hacedlos sonar. Quiero oir la música de vuestros vasos.

Así lo hicieron sus discípulos, pero el sonido era muy pobre y apagado.

Entonces el maestro añadió:

– Vaciad los vasos y repetid la operación.

Los discípulos arrojaron el agua de los vasos y comenzaron a hacerlos sonar. Ahora el sonido era muy vivo.

El maestro dijo:

– Vaso lleno no suena.

Al instante, los discípulos, comprendieron, y el maestro les sonrió satisfecho.

REFLEXIÓN:

En un recipiente lleno, no cabe nada más; si algo no se suelta, nada puede llegar.

Cuando estamos atiborrados de «trastos» intelectuales y anímicos no queda espacio para percibir la realidad subyacente y nos quedamos atrapados en nuestra propia tela de araña de opiniones, prejuicios, creencias e información. Así uno se estanca y el aprendizaje existencial se detiene. Uno se aferra a los trastos viejos y desordenados y no sabe ver detrás de las apariencias o de las propia pautas, viejos patrones, complejos y frustraciones. Al aferrarse uno a lo viejo, no damos entrada a lo nuevo.

La mente agoniza en sus propios condicionamientos y límites. Detrás de las nubes, se esconde el firmamento ilimitado. Cuando la mente se vacía, se manifiesta el silencio reconfortante y revelador. El silencio mental es un gran logro; saber desprenderse de los que nos satura psíquicamente, es otro. La serpiente tiene su piel lustrosa porque periódicamente muda la misma y se renueva.

Como reza la antigua enseñanza yóguica: «En el silencio de la mente se revela la luz del Ser«. Hay mucho que arrojar por la borda, muchos velos de los que liberarse para poder conectar con la realidad última. La Sabiduría consiste más en desaprender que en aprender, en quitar que en poner, en soltar que en acumular. El conocimiento es acumulación de datos; la Sabiduría es comprensión clara y transformativa.

Ramiro Calle
Centro Shadak

www.ramirocalle.com