Vacaciones en familia

Llega el verano y nos da la oportunidad de tomarnos un descanso. Saborearlo con nuestras familias, aprovechar para romper rutinas y explorar nuevas experiencias está en nuestra mano.

¡Aprovechémoslo!

 

A estas alturas del año, todos necesitamos unas vacaciones. Los niños porque están cansados de sus actividades escolares, las extraescolares, los deberes, los exámenes… y los adultos porque el estrés, las obligaciones, preocupaciones y responsabilidades ya nos pesan demasiado. El verano es un buen momento para darnos un respiro y coger fuerzas. ¿Cómo podemos aprovecharlo? Tomemos nota de algunas sugerencias:

Darnos permiso para disfrutar

Por muy chocante que parezca, a veces tenemos una gran dificultad para disfrutar. Acostumbrados a la dinámica de producir y ser ejecutivos exitosos, nos cuesta parar y descubrir que nuestras horas no están milimétricamente ocupadas ni planificadas. Aprendamos a estar ociosos y disfrutar de nuestro tiempo libre, con el único objetivo de disfrutar del sol, pasear por la playa o mirar las estrellas sabiendo que no tenemos que madrugar al día siguiente. Incorporar estos permisos sin sentimientos de culpa, puede ser muy liberador para nuestro corazón.

Cambiar rutinas

Las vacaciones son un buen momento para introducir cambios en nuestros hábitos. Abrirnos a nuevas experiencias favorece la apertura interna y nos ayuda a descubrir facetas desconocidas. Probar comidas nuevas, relajar los horarios o viajar a otros países contribuye a que nuestra mente cree nuevas conexiones neuronales, se haga más permeable a los cambios y menos rígida. Nos ayuda a liberar esquemas programados y a ser más flexibles.

Cambiar de escenario ya nos descansa la mente y si añadimos un ambiente culturalmente diferente, los estímulos que recibimos favorecen la activación neuronal y nos predisponen a la apertura, la reflexión y movilización de recursos internos ante la novedad.

La falta de estructura o ritmos habituales, puede producir sensación de ansiedad, angustia o malestar. Si nos agobiamos demasiado, organicemos una pequeña planificación vacacional con márgenes de movimiento. La estructura es necesaria pero ahora tenemos una buena oportunidad para flexibilizarnos y abrirnos al cambio.

Fortalecer los vínculos familiares

El disponer de más tiempo sin estrés ni obligaciones para nuestra familia e hijos, ayuda a reforzar los vínculos. Hacer actividades divertidas, relajantes o diferentes permite mostrar aspectos nuevos de cada uno de nosotros y fomentar la capacidad de sorprender. Al vivir experiencias agradables juntos, las relaciones se consolidan. Se asocian a emociones positivas que se almacenarán en nuestros recuerdos y favorecerán una maduración evolutiva más sana emocionalmente.

Actividades para todos

Las familias son variadas y por lo tanto hay que tener en cuenta las necesidades de todos. Si viajamos con niños, busquemos actividades donde puedan jugar, disfrutar al aire libre y estar con otros niños. Sin perder de vista las necesidades de los adultos. Un tiempo para cada uno de vosotros, por separado y juntos también fortalecerá la relación de pareja. Se trata de que todos podamos disfrutar.

Buscar el equilibrio entre la diversión y el descanso

A veces nos obsesionamos tanto con hacer cosas diferentes, que necesitaríamos tener unas vacaciones para descansar de las vacaciones. Hay que tener cuidado con eso. Encontrar un equilibrio es importante, alternando descanso con actividades que nos hagan sentir bien, nos nutran emocionalmente y no nos agoten.

Recuerda

– Date el permiso de disfrutar.
– Aprovecha para introducir cambios en tus rutinas y explorar nuevas experiencias.
– Equilibra descanso y diversión.
– Fomenta experiencias agradables para fortalecer los vínculos familiares.

 

Sandra García Sánchez-Beato
Psicóloga, Psicoterapeuta Humanista-Existencial
www.adharapsicologia.es