Relato Espiritual: El Loro

 

Cierto día un anciano, que vivía en compañía de un loro, invitó a su joven vecino a comer. En el comedor se encontraba el loro encerrado en su jaula y, a lo largo de toda la comida, no dejó de clamar:

– ¡Libertad, libertad, libertad!

El invitado se sintió muy apenado por ese animalito que no dejaba de reclamar su libertad. Esa noche, ni siquiera logró conciliar el sueño, apesadumbrado por la situación del loro. Entonces urdió un plan: aprovecharía cualquier salida del anciano de su casa, para entrar furtivamente en la misma y liberar al loro.

Dos días después, cuando el anciano salió para acudir al mercado, el joven se coló en el piso de su vecino, deslizándose por una ventana. Nada más entrar en la casa, escuchó los gritos del loro:

-¡Libertad, libertad, libertad!

Prestro, acudió hasta la jaula y abrió la portezuela de la misma, pero el animal, aterrado, se retiró al fondo de la jaula y con todas sus fuerzas se agarró a los barrotes con sus garras, negándose a salir, mientras seguía gritando:

– ¡Libertad, libertad, libertad!

REFLEXIÓN:

El cambio interior se va produciendo gradualmente, pero siempre y cuando se mantenga la intención firme de lograrlo y se pongan los medios para ello. Es una suma de pequeñas, pero incesantes, modificaciones. Esa mutación de la consciencia nunca sobreviene sin esfuerzo y sin un método, pues no es el resultado de una idea o inconsistente propósito, sino de un riguroso y motivado trabajo interior, apoyado en la voluntad y la consciencia.

Decimos querer cambiar y liberarnos de todo aquello que nos mantiene en cautiverio y nos causa aflicción, pero no ponemos las condiciones necesarias para ello. Es una idea que no se convierte en un auténtico propósito, sino va acompañado de la acción necesaria y el esfuerzo inevitable.

Para ser libre y convertirse en uno mismo, hay que arrojar muchas cosas por la borda: viejos patrones y pautas, temores infundados, actitudes egocéntricas, emociones insanas, innumerables autoengaños y pretextos falaces. Hay que aceptarse conscientemente y desde ahí comenzar a transformarse y ganar la paz interior y la libertad mental.

No se conoce ningún caso en que una persona se acueste por la noche siendo de una manera y se incorpore por la mañana siendo de otra. Sólo la suma de pequeñas modificaciones internas van logrando el verdadero cambio interior que nos humaniza y le procura luz a la mente y compasión al corazón.

Decimos querer mejorar y ser libres, pero continuamos acarreando nuestro lado insano y perpetuando nuestras conductas perniciosas. Se requiere intrepidez para ver el lado oscuro de uno mismo y tratar de superarlo. No hay atajos para llegar al cielo; pero el trabajo serio sobre uno mismo y el esfuerzo bien aplicado, conducen a la independencia de la mente y el sosiego.

Era Buda el que decía que la mayoría de las personas suben y bajan por la misma orilla sin decidirse a cruzar a la otra. No basta con querer ser libre; hay que pasar de la orilla de la servidumbre a la de la libertad. Las enseñanzas y los métodos espirituales son la barca para poder hacerlo.

Ramiro Calle
Centro Shadak

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