El otoño de la vida

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3,1 minutos de lecturaActualizado: 20/09/2024Publicado: 11/10/2017Categorías: Desarrollo PersonalEtiquetas: , ,

Mente clara, corazón sereno

Hay dos edades: la del calendario y la del alma

Óscar Molina, artista y fotógrafo

En medio del camino del otoño de mi vida, avanzo lentamente hacia el silencioso invierno que todo lo enfría. Enfría pasiones y recuerdos, congela sueños no cumplidos, proyectos inacabados. Desvanece viejos rencores y entierra nostalgias del pasado.

A medida que avanzan los días, se asientan las certezas, aparecen las respuestas y disminuyen las preguntas. No me adentro en un bosque oscuro como Dante, sino en un vasto espacio abierto; oigo el agua oculta de la nieve derretida, serpenteando hacia un mar que se funde con el horizonte. Allí se disuelven auroras y ocasos, como breves haikus cargados de esencia y existencia.

Y la mente se aclara al liberarse de las interferencias del futuro y del pasado. Las decisiones fluyen al momento, se suceden sin cesar como la inspiración y la espiración. A veces, dejándolas partir sin apego, cuando surgen obstáculos infranqueables, imitando al agua que bordea las rocas interpuestas en su curso.

Es como descender despacio una montaña, afianzando cada paso en zigzag, sin los jadeos del ascenso. El pecho puede abrirse entonces para que se expanda el corazón. Y sigo aprendiendo a mantener el corazón abierto aunque duela, retroprogresando a una nueva infancia vulnerable y consciente. A decir “sí, porque sí”, sin más justificación ni explicaciones, a jugar un nuevo juego de valores de futuro, sin sometimiento a la moral tradicional ni al “que dirán”. Siento dejar atrás el desierto en que me peleaba a dentelladas contra el mundo, cortando cabezas, diciendo un continuo “no” frente a la injusticia y al sinsentido de las mentiras y moralinas del pasado.

Mirando hacia atrás sin ira, reconozco errores y caídas, pero no las lamento: todas las vueltas y revueltas han formado una espiral dinámica en continuo movimiento hacia el centro del ciclón. Allí quietud y vacío centrípeto. Una visión panorámica de mis sucesivos cambios de creencias. Como afirmó Nikola Tesla, “con cada nueva verdad revelada, nuestros puntos de vista se modifican”.

¡Cómo tendemos a hacer verdades absolutas de realidades parciales! Es más fácil generalizar simplificando, que investigar la complejidad, ver colores básicos en lugar de detenerse en las tonalidades. En el fondo, cada creencia y posición existencial nos separan de la Realidad y nos sumergen en justificaciones de nuestra forma de vivir. ¿Por qué creemos lo que creemos y nos aferramos a nuestros puntos de vista? Ahí dejo esta pregunta, mientras me despido definitivamente de los lectores de Espacio Humano, después de cerca de 200 colaboraciones durante más de quince años. Y lo hago con esta bella canción de Xoel López e Iván Ferreiro (youtube.com/watch?v=Rk_gJ954iSk), recomendada en el excelente blog de desarrollo personal de Sam Guerrero Lavín (elaguaquenoslleva.com/)

Yo soñaba cada día poder alcanzar la playa y ahora está tan cerca, casi ya la puedo oler y espero, cada vez más próximo al final. Ya puedo sentir tierra seca tras la arena mojada y no me da la gana de pensar que nada es para siempre… Hace tiempo que yo ya me fui, yo siempre me estoy yendo, pero siempre estoy contigo. Aunque a veces pienses que no hay nada cuando me quedo mirando como si estuviera ausente: es porque estoy viajando… Y lo intento cada día: ser todo lo que había imaginado. Y me encuentro que la vida siempre tiene algo preparado que supera cualquiera de mis fantasías, nada comparado con lo que realmente sucedía…”.

Escritor, terapeuta gestáltico y consultor transpersonal

Alfonso Colodrón

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