Meditación, Mindfulness y trascendencia del dolor

Somos mucho más de lo que pensamos. Al meditar nos descubrirnos, nos acercamos a la naturaleza esencial de las cosas. Nuestra mente es poderosa; hay momentos en que ella tiene el control sobre nosotros, es quien nos dirige. Entonces, lo primero es tranquilizarla, y luego direccionarla de manera que tengamos la paz y el equilibrio que deseamos. Cuando se trabaja desde este punto aparece la luz en el camino y todo se ve con claridad.

Meditación es la manifestación más sencilla de relajación y la más profunda. Es centrar la atención en algo concreto, observando lo que ocurre sin emitir juicios. La clave está en no luchar contra nosotros mismos, sólo observar y estudiar nuestras reacciones. Observando nuestros pensamientos como en una pantalla, viéndolos desde fuera, nos convertimos en el observador de lo que acontece, lo que nos ofrece información de nosotros mismos que ni siquiera sabíamos que existía.

El pilar básico de la meditación es la observación de la respiración consciente. Convertir el acto inconsciente de respirar en algo consciente produce unos efectos maravillosos. Algo tan primario como la respiración nos ancla al presente, al aquí-ahora tan necesario para estar en la plena presencia.
Estudios científicos han comprobado que un practicante de meditación constante que lleve cinco años ejerciendo la misma a diario, rejuvenece cerebralmente doce años.

La meditación cambia nuestras ondas cerebrales; esto se puede medir y comprobar. Nos ayuda a estimular la producción de nuevas células, favorece el metabolismo del cuerpo en general, y optimiza sus recursos.
Mindfulness se define como atención plena, conciencia plena o conciencia pura. Como conciencia en sí misma en un todo lo que se da en el momento presente es experimentar aquí ahora desde el silencio, desde la quietud, abriéndote a todo, observando lo que se manifiesta sin llevarlo a la mente, desde el campo de la atención a lo que sucede sin emitir juicios, sin etiquetar nada como bueno o malo. Sucede y aceptamos observando todo en globalidad, abriéndonos a la experiencia completa de la naturaleza cambiante e impermanente de ese momento.

El creador de la técnica Mindfulness es Jon Kabat-Zinn, profesor de medicina, fundador y director de la Clínica para Reducción del Estrés y del Centro para la Atención Plena en la Medicina y el Cuidado de Salud de la Universidad de Massachusetts. Diseñó este tipo de meditación a finales de los años 70 y principios de los 80 como fusión de técnicas milenarias extrayendo lo mejor de las enseñanzas del Budismo, Zen, Vipassana, Yoga…

Mindfulness es la atención desnuda de lo que hay en el momento. No necesita nada, es sencilla, y a la vez lo utiliza todo.
La meditación nunca es lo que uno piensa o cree de sí mismo (piense uno lo que piense) sino una necesidad para nuestra salud emocional, física y espiritual.

La atención plena (Mindfulness) para ayudar a sobrellevar el estrés y el dolor de la enfermedad es un método que nos permite reducir el consumo de fármacos, ya que el dolor en sí mismo es una respuesta cerebral, si estamos centrados en nuestra respiración observándolo sin etiquetarlo, sin dejarnos arrastrar por el sufrimiento, simplemente viéndolo como algo que está sucediendo aquí ahora a lo que prestar atención estando muy presente en nuestra respiración, llevando ésta al foco del dolor y pidiendo al cuerpo que se relaje, se suelte, que no se aferre a ello, que se desapegue del proceso.

Cuando tenemos dolor es cuando más sentimos el cuerpo ¿Qué hacer al llegar el dolor? ¿Evadirnos? ¿Medicarnos? Existe algo mejor, sin efectos secundarios: Meditar, observar sin emitir juicios, llevar nuestra respiración al foco del dolor… transcenderlo ¿Crees que es posible? Lo es. Meditar en circunstancias de dolor es una herramienta que cambiará tu percepción y tu forma de afrontarlo.

Quiero compartir mi experiencia personal sobre meditación y dolor. En Septiembre de 2011, mi pie derecho se encajó entre dos piedras en una playa paradisiaca, inaccesible en coche. Me caí y tuve una fractura transversal del peroné sin desplazamiento, dos fracturas con arrancamiento en los cantos distales de ambos maléolos, rotura del ligamento lateral externo, luxación, rotura del cuarto metatarsiano, fisura del esternón, fractura sin desplazamiento de la costilla que está debajo de la mama izquierda y esguince de 3º grado.
Llamamos al SAMUR. Mi amiga se fue caminando a la carretera más cercana que estaba a unos tres kilómetros para indicar a los Servicios Médicos donde estaba yo.

Me quedé sola en aquella playa tumbada en el suelo, al sol sin poder moverme. Inmovilicé mi pierna enterrándola en arena. La arena de encima estaba más caliente que la de abajo; eso reduciría algo la inflamación. Me conecté a los elementos de la naturaleza y me puse a meditar. Estuve allí dos horas y media hasta que llegó la Guardia Civil y el SAMUR.
A través de la respiración con mi mano izquierda en el corazón fui bajando el ritmo cardiaco, y la absoluta quietud, conectada a la Madre Tierra, me llevó a un estado de paz en el que mi dolor iba reduciéndose cada vez más.

Si me movía o trataba de incorporarme el dolor rozaba lo insoportable.
Inmóvil noté como el dolor se reducía en casi un 50%. En algunos momentos pude desidentificarme totalmente de él, sintiéndolo como algo ajeno a mí. Es una experiencia que me ha cambiado la vida.
Cuando el SAMUR llegó mi tensión arterial era de 120/70, mis pulsaciones cardiacas 50. El Técnico Sanitario bromeo conmigo diciendo que si había tomado un Valium-5.

Sentir el dolor sin sufrimiento, sin juicios, sin ira… Cuando es intenso lleva a un estado de irritación, de tensión, entonces duele más. A través de la relajación evitamos llegar a este estado. Con la meditación conseguimos mantener la calma, estar equilibrados, focalizar nuestra mente, dirigir nuestra consciencia hacia la calma.
En 2007 en la Universidad de Wakeforest en Carolina de Norte-USA después de varios experimentos con participantes voluntarios y el dolor llegaron a la siguiente conclusión:
“La clave de este éxito, radica en que la meditación actúa a distintos niveles cerebrales al mismo tiempo, por lo que no se puede ceñir su acción a un sólo punto del cerebro, sino más bien a varias áreas. Las resonancias demuestran un descenso de la actividad en la corteza somato-sensorial primaria, implicada en la intensidad con que se percibe el dolor; al tiempo que aumentaba en otras regiones (como la ínsula anterior o la corteza orbito-frontal) implicadas en procesar la información que llega al cerebro procedente del área dolorida.”

Llevo investigando dieciséis años. Medito a diario. He de reconocer que al principio me costó mucho, incluso “tiré la toalla” en algunas ocasiones. Pensaba que nunca conseguiría llegar a un estado de consciencia relajado, tranquilo, ni abstraerme de los pensamientos…

Llevar la atención a la respiración fue todo un descubrimiento: magia. Sé que es posible. Podemos reducir el dolor y mejorar nuestra calidad de vida a través de la meditación. Es como el deporte, hay que entrenar para conseguir resultados. Durante el aprendizaje está el regalo de sentirse cada vez más centrado, armonía, paz, equilibrio y relajación.

María Alarcón
Maestra de Reiki Usui
Profesora de Meditación, Relajación y Mindfulness
Terapeuta