La Transformación de la Paternidad

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La paternidad actual

Siempre se habla de lo intensa que es la experiencia de la maternidad, pero a veces los padres quedan en un segundo plano. Desde luego la diada mamá-bebé es el centro, deben tener tiempo y condiciones para enamorarse, para crear el vínculo. Pero, ¿Qué sucede con el papá? Ama a su bebé, pero cuando nace comienza su mutuo descubrimiento.

¿Qué sucede con el papá?

Los papás sienten que un gran peso recae sobre ellos, deben nutrir, cuidar, proteger y sostener a su mujer y a ese cachorro que acaba de llegar. Pero nuestra vida actual no lo hace fácil, es antinatural que una sola persona deba ocuparse de todo eso. ¿Dónde está la tribu para sostenerlo a él? ¿A quién puede compartir sus emociones más profundas, a veces no tan políticamente correctas?.

Al igual que cuando nace un bebé la mujer se convierte en madre, el hombre se convierte en padre. Pero él parte con algunas desventajas: por muy vinculado que esté ese padre, por mucho que lo deseara, por muchas ecografías 3D que lleve en la cartera, por muchas canciones que haya escrito para su bebé… ese hijo es un auténtico desconocido hasta que llega al mundo.

Se encuentran por primera vez en el nacimiento. Necesitan tiempo para conocerse, enamorarse, encontrar cada uno su espacio. El padre no disfruta del cóctel de hormonas del parto, ni ha sentido dentro de su cuerpo a este ser. No ha habido la fusión emocional natural con el bebé.

Comienza de cero, por muy buena disposición que tenga, y necesita su tiempo… Y ese tiempo coincide con el momento de mayor necesidad de sustento emocional por parte de su hembra que ahora es otra persona, que tiene otra gran prioridad y que está sumergida en el inmenso océano de la maternidad, en las mayores profundidades que conocerá jamás.

habilidades sociales

Y así, perdidos, solos, los hombres deben sustentarnos, acompañarnos sin entender nada, sin referentes verdaderos, sin saber si lo están haciendo bien o qué se espera de ellos. Y, casi siempre, sin un espacio íntimo donde abrirse de par en par, sin una red que le comprenda sin juzgar. Un lugar, unos hermanos donde desnudarse y mostrar sus más íntimas sensaciones, donde ser él mismo sin medir, sin censurar sus palabras, sus gestos, su llanto, su risa.

Al igual que sucede a la mayoría de las mujeres, los hombres llegan a la paternidad sin un referente claro al que mirar. Muchos han tenido padres ausentes, todo el día fuera, trabajando para mantener a la familia, pero sin capacidad para expresar las emociones, sin decir te quiero cada día. Muchos han crecido recibiendo el mensaje de que las emociones son cosa de niñas, y los hombres no lloran, a lo que imagino que se añade ni aman, ni besan, ni se emocionan…, son autómatas del trabajo, de la distancia y la frialdad.

Al igual que una mujer no se convierte en madre sólo por parir, un hombre no se convierte en padre sólo por engendrar.

Por supuesto cada caso es diferente y por suerte siempre han existido varones con una parte femenina bien colocada, capaces de llenar de amor y caricias a sí mismo y a los suyos, pero no son la regla general.

No es de extrañar que muchos hombres, ya en el embarazo, sientan una necesidad irrefrenable de huir, de aferrarse a la vida que dejan atrás… y se conviertan en unos adolescentes perdidos. Es demasiado grande lo que acontece, no pueden poner palabras a sus sensaciones, a la tormenta interior llena de matices y colores… y huyen, se evaden como pueden.

Otros en su afán de ayudar, colaborar, o simplemente buscando ese nuevo lugar que ocupar, inconscientemente o por una ilusoria modernidad, actúan como haría una madre en un intento nefasto de buscar la igualdad. Quieren ocuparse de bañar al bebé, de pasearle, de darle el biberón, etc… Cuando la sabia naturaleza ha dispuesto dos seres diferentes, complementarios para recibir y criar ese bebé, cada uno con su fuerza y su sensibilidad, con sus capacidades y debilidades… ¡Perfectos tal como son! Sin saber, que lo único que deben hacer es estar, permanecer en paz junto a la diada que ha nacido y esperar que se abra la puerta para su entrada. Esto sucede de forma natural, pero no se puede empujar el tiempo, igual que no podemos empujar el agua de un río. Tras vivir una experiencia iniciática como han pasado madre e hijo, necesitan tiempo, necesitan calma.

Es labor del padre proteger a su nueva familia

Sin embargo, si es labor del padre proteger a esa diada, a su nueva familia de las influencias externas para que todo el proceso se pueda desarrollar naturalmente. Ocuparse de los asuntos económicos, organización de la casa (no quiere decir que el sólo deba limpiar, cocinar, trabajar…, sino que debe asegurarse de que todo esté resuelto), así la madre sólo tendrá que entregarse a esta mágica experiencia, y podrá viajar por los mundos sutiles de la mano de ese nuevo ser, embriagada por su olor, dando calor y protección, para tan sólo soñar juntos…

Si una madre está sostenida emocionalmente, podrá cuidar a su bebé con calma. Las noches en blanco serán una oportunidad para viajar a su interior, para recoger el gran regalo que este bebé le ha traído.

Es obvio que una sola persona no puede sostener a una madre y su bebé, es una labor titánica. Y muchos menos con el modelo de familia actual, mononuclear, lo más lejos de nuestra esencia. El padre dispone de unos pocos días libres que apenas dan para contestar llamadas, y comprar pañales. Pero las cosas están así, nuestra sociedad se encuentra en este momento y debemos aceptarlo para cambiar.

¿Qué podemos hacer, entonces?

Tener previsión. Cuando pensamos en el momento del parto, igual que es importante preparar una bolsa para el hospital para la mamá y el bebé, yo insisto en preparar una bolsa igual para el papá, con ropa limpia, agua, comida energética, zapatillas confortables, etc.

Pues de la misma forma, debemos preparar el entorno para que este padre se sienta sostenido para sostener. Una buena idea es conectar con papis que estén viviendo la misma experiencia, hacer reuniones de paternidad, con padres esperando, bebés ya nacidos, y de otras edades. Bien solos o bien acompañados, o guiados por un profesional, no importa. Porque como todos los seres humanos lo único que necesitan es un espacio donde compartir y como mucho escuchar que todo aquello que les preocupa, que les atormenta, que sienten, que les sucede… ES NORMAL.

Ayudémosle nosotras para que puedan tener su espacio de nutrición. Pidamos ayuda a alguien para que esas horas que el papá no esté nos apoyen en casa para seguir sintiéndonos acompañadas y cuidadas. De ahí la importancia de estar acompañados por alguien que te escuche sin juzgar, que te comprenda, que te contenga emocionalmente y te apoye en las cuestiones prácticas.

Cada vez son más familias que viven esta intensa experiencia de la mano de una Doula. Y para acompañar lo primero es conocerse una misma, sanar tu propia herida y contar con herramientas para gestionar las emociones que surgen. Algunas personas que se acercan a la Formación de Doulas en busca de su soñada profesión, descubren que con ella comienza un intenso viaje a lo más profundo de su ser.

Un viaje cuyo destino es crear un mundo mejor, una realidad amorosa donde todos podamos seguir creciendo más libres.

 

Sonia Alonso (Sedna)

Madre, Renacedora, Sanadora, Terapeuta, Doula.

Directora de la Formación Doulas Nacer y Renacer en Madrid y Valencia.

www.naceryrenacer.com

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6,7 minutos de lecturaActualizado: 15/07/2019Publicado: 05/09/2012Categorías: Desarrollo PersonalEtiquetas: ,

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