La música en el refuerzo del vínculo entre padres e hijos

 

Los vínculos que establecemos con los demás condicionan en gran medida la percepción de nuestra propia existencia. Nuestra forma de relacionarnos tiene que ver en gran medida con el modo en que se forjó el vínculo con nuestra madre. La música, especialmente a partir de experiencias en vivo en las que los propios padres crean o participan en la creación de dicha música, es un recurso muy potente para poder reforzar el vínculo entre padres e hijos desde etapas muy tempranas de la vida.

La importancia de los vínculos a lo largo de la vida

Si nos detenemos a reflexionar acerca de aquello que nos aporta mayor sentido a la vida y que nos hace sentir mayor bienestar, seguramente podríamos coincidir en que tiene que ver con la relación con los demás, con la sensación de conexión con otras personas. Y es que los seres humanos necesitamos de los otros, o mejor dicho, de la interacción con los demás, para poder tomar conciencia de nosotros mismos durante la infancia, y así desarrollar nuestra identidad. Si profundizamos aún más en esa reflexión, puede que lleguemos a la conclusión de que la relación que más nos marca en la vida es la que tenemos con nuestra madre, o la persona que ha ejercido ese rol materno.

John Bowlby, un médico y psicoterapeuta británico, partiendo de la premisa anterior, desarrolló los principios de su teoría del apego. El apego es un sistema de conductas que están programadas biológicamente y que impulsan al bebé a mantener la proximidad física con su cuidador para obtener protección y seguridad emocional, y así lograr sobrevivir. Otros investigadores, como Ainsworth o Main, confirmaron, mediante la observación y algunas situaciones experimentales de interacción entre madres y bebés, la importancia del tipo de relación entre la madre o figura materna y el niño en sus primeros meses y años de vida, de modo que la forma en que aprendemos a relacionarnos a través de nuestra madre nos condiciona en gran medida cómo nos relacionaremos con nosotros mismos y con los demás ya en la etapa adulta.

Actualmente, se considera muy importante la disponibilidad de la figura principal de apego, entendiendo aquella como accesibilidad a dicha figura por parte del niño (proximidad física), receptividad emocional (es decir, sensibilidad hacia el estado emocional del niño, y capacidad de responder de forma cariñosa y adaptada a sus necesidades), y disfrute mutuo de la interacción. En esta interacción es fundamental tener en cuenta que el bebé o el niño muy pequeño aún no ha desarrollado su capacidad de razonamiento, sino que está expuesto física y emocionalmente, lo que implica que la respuesta del adulto debería basarse en gran medida en aportar bienestar físico y apoyo emocional, para lo cual, nuestro lenguaje no verbal (movimientos, expresiones de la cara, tono de voz), tiene más peso que lo que decimos.

Aquellos padres que son capaces de evaluar su función parental, de conectar lo que hacen, piensan y sienten con lo que ellos vivieron durante su propia infancia, y así hacer una labor reflexiva en profundidad, estarán permitiendo que sus hijos desarrollen esas capacidades reflexivas que les permitan una adecuada regulación emocional en el futuro, y sobre todo, ser adultos conscientes de su propio valor y sus capacidades.

¿Puede oír el feto?

El desarrollo de los principales componentes del oído comienza temprano, a las 10-12 semanas de gestación, aunque la audición será totalmente funcional, con capacidad de escuchar y dejar un registro a nivel cerebral, a partir de la semana 24 de gestación. Esto quiere decir que ya existe una memoria sonora antes del nacimiento, que permite, por ejemplo, que el niño al nacer ya reconozca la voz de su madre, reconozca piezas musicales que ha escuchado durante el embarazo, o que diferencie el idioma materno de otros idiomas.

¿Qué beneficios tiene la madre embarazada con la música?

Se ha demostrado que el desarrollo de actividades musicales durante el embarazo (desde la escucha pasiva, hasta experiencias más participativas) tienen un efecto positivo sobre la mujer gestante, tanto en cuanto su salud mental (disminución de la ansiedad, mejora del estado de ánimo) como en parámetros físicos (frecuencia cardiaca, tensión arterial), además de mejorar el vínculo que se va desarrollando con el futuro bebé. Este capta desde el entorno uterino aspectos como el latido cardiaco de su madre, el ritmo de su respiración, el tono relajado o tenso de su voz, y por tanto, cualquier actividad musical que repercuta positivamente sobre la madre, lo hará también de forma secundaria sobre el bebé.

¿Y qué efecto tiene la música en los niños prematuros?

Sumado a todo lo anterior, se ha demostrado la importancia de ciertas actividades musicales para la mejora de la salud física de los bebés prematuros, de modo que este efecto es aún mayor cuanto mayor ha sido el adelanto del parto. El canto de la madre dirigido al bebé tiene un efecto muy importante sobre las constantes vitales del niño, además de reforzar de forma muy importante el vínculo entre ambos. La creación de entornos silenciosos en las unidades de cuidados intensivos de neonatos, junto con experiencias musicales suaves pero con significado, como el uso de música clásica grabada, con carácter rítmico moderado o lento, o sobre todo, música en vivo, en la que puedan participar los padres, ha demostrado que mejora notablemente la calidad de vida de los pequeños.

El canto de la madre al niño como espacio de amor compartido

Ya se ha indicado en el apartado anterior la importancia del canto de la madre dirigido al bebé. Los bebés muestran más atención y regulan mejor sus emociones cuando nos dirigimos a ellos cantando, en vez de hablando. Sienten una mayor conexión emocional, además de que el canto permite aprender características propias del lenguaje hablado, como la entonación o la prosodia (ritmo del habla). La tecnificación de nuestras vidas ha hecho que recurramos habitualmente al uso de música grabada para los niños, pero realmente sería fundamental que recuperáramos nuestra capacidad de expresar a través del canto, todos podemos hacerlo, y el hecho de que los padres puedan compartirlo con su bebé es una de las experiencias más plenas y reconfortantes para ambos.

Las experiencias musicales como oportunidad de interacción consciente para desarrollar competencias parentales

En los últimos años, se han extendido las ofertas de actividades musicales para padres y niños pequeños que han venido a denominarse “música en familia”. Si bien se entienden habitualmente como actividades lúdicas realizadas en grupos con varias familias, tienen un gran potencial para hacer más conscientes a los padres de su interacción con sus hijos y así mejorar la comunicación entre ellos. Diversas experiencias en España y otros países demuestran que los padres pueden aprender a observar y escuchar a sus hijos de forma más reflexiva, así como aumentar su percepción sobre sus competencias como padres.

Aunque en menor medida, también existen experiencias de sesiones conjuntas entre uno de los padres y el bebé o el niño pequeño, junto con el musicoterapeuta, en las que sí es posible adaptar las actividades de forma más individualizada a cada situación, facilitar la relación y la comunicación entre ambos participantes, y posteriormente compartir el análisis de las sesiones con los padres para hacerles más conscientes de lo que allí ha sucedido, y así mejorar sus capacidades de comunicación con su hijo.

A modo de conclusión, puede decirse que la música constituye un medio de comunicación no verbal que permite una conexión emocional más abierta entre padres e hijos, y que puede contribuir a reforzar el vínculo, con los beneficios que ello supondrá para el correcto desarrollo emocional de la persona.

Juan Manuel Morillo Velázquez
Máster en Musicoterapia
Experto en Inteligencia Emocional
www.sencillamente-ser.org