Ha aparecido la décima edición de mi relato espiritual más emblemático, «El Faquir». Obtuvo tanto éxito desde su publicación que después hube de escribir un segundo volumen («En Busca del Faquir») y un tercer volumen («El Manuscrito Secreto del Faquir»). Fue en su día presentado en un acto masivo por el entonces Embajador de la India en Madrid y el músico Nacho Cano. Tuve ocasión de hacer un agradecimiento especial a la gran profesora de yoga Almudena Hauríe Mena, que fundó conmigo el centro de yoga Shadak en el año 1971.
En pocas semanas ya se había agotado la primera edición. Como señalo en esta obra, todos somos alambristas en el alambre de la vida, que tenemos que recorrer con consciencia, confianza en nuestros potenciales, lucidez, sentido del equilibrio y el reequilibrio, atención vigilante al momento presente e intrepidez.
Desde aquí le doy las gracias más sentidas a todas las personas que se han interesado por esta obra, ya que de algún modo todos somos Hernán, el protagonista occidental, en busca de la paz interior y la sabiduría.
En aquella época el gran periodista y alma sensible Jesús Fonseca publicó una de sus tan magistrales gacetillas, que ahora reproduzco. Años después Jesús Fonseca y yo haríamos un viaje fascinante por la India, visitando todos los lugares que Buda recorriera propagando la Enseñanza.
LAS CLAVES DE «EL FAQUIR», por Jesús Fonseca
«El mundo es un carnaval sin sustancia. Y, sin embargo, el propósito de la vida no es otro que ver lúcidamente, con armonía y compasión. La vida no vale la pena, de otra manera. Nos lo recuerda una vez más, lúcido y sagaz, Ramiro Calle en su último libro «El Faquir», en cuidada edición de MR. Hernán, el protagonista, vuela hasta la India. Allí, con la ayuda de su maestro Suresh el faquir, emprenderá la única travesía que de verdad importa: el viaje hacia los adentros.
Hernán aprenderá a caminar sobre el alambre de la vida con atención vigilante y plena; con calma e intuición. Se dará cuenta de la fragilidad de la vida. De que el miedo puede ser un aliado o un enemigo, dependiendo del temple y el músculo de cada cual. De que el aprendizaje no tiene fin. Siempre somos aprendices y hay que seguir aprendiendo.
Hernán se hará las grandes preguntas: ¿Por qué espanta la soledad? ¿Por qué temo a la muerte? Sin encontrar respuesta. Se la dará su maestro: «al sufrimiento no añadas sufrimiento. Que el placer no sea el cebo que te haga tragar el anzuelo. No estés en el juzgar, sino en el comprender. No estés en el dar ni en el tomar, sino en el amar».
Y así descubrirá que un verdadero faquir es siempre un yogui: pobre de orgullo, de envidia, celos, odio, apego y vanidad. Lento a la cólera y rico en compasión y bondad. «Ante el terror, no te acobardes, o lo multiplicarás. Ante el miedo no te encojas o se adueñará de ti». Hernán descubrirá poco a poco que los arrebatos y la ambición no le incumben. Aprenderá a observar las maldades de los demás con distancia y aquello que le hace caer para levantarse. A reorientar el deseo con una mente perspicaz.»
