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“Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.
Será como abandonar un vicio,
como ver que emerge de nuevo un rostro muerto en el espejo,
como escuchar un labio cerrado.
Descenderemos, mudos, al abismo”.
Cesare Pavese

El abismo sin fondo, el túnel sin tiempo, la ombligo, su pérdida, su desgracia, su victimismo, sus dolores, su duelo…“el pequeño gajo de la desesperación asomando como una uña maligna, el abismo ahí nomás”, en descripción de Leila Guerreiro, queriendo escribir su columna periodística en El País. Y resume la historia de “un escritor que busca desesperadamente el tiempo y el espacio para escribir, mientras vive con una mujer, unos hijos a los que ama, inmersos en una rutina que lo tranquiliza y que necesita, pero que a la larga lo aniquila y le impide trabajar”.

Y de nuevo aquí, Cesare Pavese: “No se mata uno por amor a una mujer. Uno se mata porque un amor, cualquier amor, revela nuestra desnudez, miseria y desprotección. Nuestra nada”. Y no hay otra salida que la auténtica espiritualidad, entendida como la capacidad de escuchar lo profundo, nuestra profundidad y la del universo, que disipa los miedos y suscita esperanzas.

La poetisa May Sarton nos da claves sencillas para la vuelta a una modesta felicidad, que se “teje a diario con el silencio… que no es súbita ni gratuita, sino una creación, como el crecimiento de un árbol… que se teje con la paz de las horas… los esperanzados jardineros del espíritu saben que sin oscuridad nada nace, de la misma forma que sin luz nada florece».

Alfonso Colodrón
Terapeuta gestáltico
Consultor Transpersonal
www.alfonsocolodron.com

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