Envejecimiento prematuro de la piel

El envejecimiento es la principal obsesión de la sociedad actual. Nada queda de la belleza de nuestras abuelas, de esa piel arrugada, pero de un color natural sonrosado que transmitía salud, aunque el tiempo hubiera ajado sus facciones.

Cada vez son más las personas que acuden al dermatólogo o al cirujano estético para que devuelvan a su piel la tersura perdida. No tenemos referentes cosméticos fiables, ni rutinas cosméticas como las que tiempo atrás las mujeres nos transmitíamos de madres a hijas.

¿Qué es lo que podemos hacer? Nuestra piel tiene cada vez un tono más cetrino, la flacidez se ceba en nuestras mejillas, y el surco nasogeniano empieza a ser la parte que más resalta del rostro.

La piel madura necesita de unos cuidados especiales y más intensos que las pieles jóvenes. Requiere un aporte mayor de hidratación, porque la piel sino perderá su elasticidad, se volverá más rugosa y aparecerán las manchas.

La hidratación puede ser interna y externa. Necesitamos consumir aceites que nos aporten omega 3 y a su vez utilizarlos de forma tópica. Algunos de los aceites más importantes son el de onagra, borraja, camelina, rosa mosqueta, argán y germen de trigo.

 

El envejecimiento prematuro se debe a varios factores

La vida rápida que llevamos no nos deja disfrutar de un ritmo natural de comidas, de sueño, de gestión de las emociones, de descanso y todo eso convierte nuestra piel en un mar tóxico e inflamado.

Nos miramos al espejo y este nos devuelve una imagen distorsionada de nuestro rostro. La redondez de las facciones que tuvimos en nuestra juventud deja paso a un rostro más alargado y blando, y el descolgamiento, debido a las inflamaciones por exceso de toxinas, es cada vez más pronunciado.

Lo más importante en una piel es conseguir una buena oxigenación y un buen riego de los capilares sanguíneos, y un retorno de la linfa que, como una escoba gigante, va liberándonos de los desechos tóxicos.

Estas maniobras son difíciles de realizar a no ser que seamos especialistas. El sistema linfático es el encargado de drenar el plasma excedente generado a partir de los procesos de intercambio celular. Este sistema funciona como un excelente filtro para atrapar bacterias y residuos del organismo, siendo un componente de suma importancia dentro del sistema inmunológico.

Es importante que cuando existan inflamaciones en el rostro producidas por alguna obstrucción linfática, la retiremos para conseguir que a la piel del rostro le llegue sin problemas el aporte nutricional de la sangre fresca. A través del drenaje Miofascial conseguimos que cualquier obstrucción de la linfa sea redirigida.

Así se retiran las inflamaciones que causan el peso en la piel que la descuelga dejando al rostro libre y la piel tersa, sin abultamientos que envejecen.

La Técnica de Liberación Miofascial se ha aplicado con excelentes resultados en las técnicas manuales para embellecer el rostro, reducir la tensión y eliminar arrugas rebeldes.

 

¿Qué es la liberación miofascial?

 

La liberación miofascial es “una técnica de terapia manual que se basa en la aplicación de movimientos y presiones sostenidas, dirigidas a todo el sistema fascial”.

En su estado normal la fascia se encuentra relajada y estirada pero por culpa de una lesión, una enfermedad, un traumatismo, una incorrecta postura corporal, o simplemente estrés o ansiedad, se tensa y puede provocar dolor y falta de movilidad. Por este motivo, las manos del terapeuta trabajan en ella para corregir esas restricciones y hacer que el organismo se encuentre mejor.

¿Qué es la fascia?

Las fascias son “un tejido, formado por colágeno, que recubre todos los músculos y estructuras de nuestro cuerpo y cuya función es dar unión e integridad a los distintos sistemas del mismo, es decir, hacer que el cuerpo funcione como una sola unidad”.

El sistema fascial es una especie de entramado tridimensional que se reparte a lo largo del cuerpo, ya sea en su vertiente superficial (la que envuelve todo el cuerpo bajo la capa profunda de la piel), o en la más profunda (que envuelve, separa y protege los músculos, las articulaciones, los huesos o las vísceras).

El hecho de que todo el organismo esté recubierto por la fascia hace que su buen estado sea imprescindible para que todo el cuerpo pueda funcionar correctamente.

Cómo es una sesión de liberación miofascial

Normalmente la liberación miofascial es una técnica que no se emplea sola, puesto que el terapeuta prefiere combinar varios tratamientos para obtener mayores beneficios.

Una sesión de liberación miofascial comienza con la palpación por parte del terapeuta del rostro del paciente para determinar en qué estado se encuentra el sistema fascial y dónde está alterado.

Una vez diagnosticado el problema, es importante calentar la fascia para que ésta sea más manejable. Para ello, y gracias a que está compuesta de colágeno, el profesional trabajará con sus dedos y palmas en la propia fascia, con el objetivo de prepararla para su posterior manipulación. En este punto, el terapeuta realizará, mediante movimientos largos, una serie de estiramientos suaves y sostenidos para alargar la fascia y así producir su liberación.

Esta liberación de la fascia regenera la piel eliminando las arrugas.

Es una sesión tranquila y pausada, ya que se busca que la fascia se vaya estirando con la ayuda del trabajo manual, pero nunca forzándola. Tras un tratamiento de liberación miofascial es aconsejable beber abundante agua para favorecer la eliminación de toxinas.

Las mujeres encontramos en esta técnica que anteriormente fue utilizada en Fisioterapia, un arma de belleza eficaz con la que conseguir remodelar las facciones perdidas y devolver la juventud a un rostro que comenzaba a marchitarse luchando contra un envejecimiento prematuro.

 

Natacha de Cortabitarte
Kogo.es