El Misterio de las 5 Transformaciones

 

La vida y todas las cosas que habitan en el Universo pasan por etapas de expansión y de recogimiento.

Hay un proverbio del maestro taoísta Zhuanng, de 300 años a.C., que dice: «El Tao está en conformidad con la naturaleza»

Su observación lógica nos muestra cómo el cielo y la humanidad se corresponden con reciprocidad. Según el más relevante filosofo chino Lao-Tse: “El hombre está en conformidad con la tierra y con el cielo, éste con el Tao y a su vez con la naturaleza”.

Es por eso que Zhuanng Zi dice que: “Todo sigue a la naturaleza”

Ésta es una visión holística y natural que está escrita en el “Nei Jing” (libro de MTC -Medicina Tradicional China- de hace unos 3000 años). Fue con este pensamiento que surgieron las bases de la MTC, se representó el Yin y el Yang, las cinco fases de las transformaciones, los nueve palacios y los ocho trigramas, se dió forma a un método que surgió de estos sistemas de correspondencias, como la acupuntura y otras técnicas de la MTC.

Los humanos pasan por estas etapas de transformación a lo largo de sus vidas, correspondiéndose con las fases de interacción de las dos fuerzas Yin y Yang, las etapas de crecimiento y decrecimiento. En la primera etapa, las fuerzas del Yin nos expanden y cuando llegamos al ecuador de nuestra edad empezamos a contraernos con las fuerzas del Yang y en ese recogimiento entramos en la segunda etapa, hasta llegar a la vejez y luego la muerte, transformando nuestra energía material en otra más sutil que habitará en otros niveles de existencia.

Los ciclos de transformación nos influyen en muchos sucesos en el transcurso de nuestra vida. Esta combinación de los dos polos con las cinco fases de la materia abre un abanico de tonos y probabilidades como el espectro del arco iris. La sombra y la luz crean una atmósfera con un sinfín de tonalidades en cada instante, desde donde surge la tonalidad más fuerte, el drama – intensidad-, a la más suave con momentos más serenos; se pasa de la enfermedad a los momentos de equilibrio y desequilibrio, variedad de estados emocionales y de ánimo, porque estos estadíos están ligados a los elementos que le dan el carácter de su propia naturaleza. Por ejemplo: la ira o irritabilidad se corresponden al color verde de la Madera; la alegría o euforia se encuentran en el rojo del Fuego; la preocupación, compasión y apego, al color amarillo de las tonalidades de la Tierra; la frialdad y tristeza, al blanco de la pulcritud del Metal y el miedo, la intuición y la fluidez, al color negro del misterio de las profundidades del elemento Agua.

A cada uno de ellos, pertenece un tipo de energía que activa un tipo diferente de sentimientos, emociones y activan o ralentizan un determinado órgano.

Estas energías transformadoras nos llegan desde la bóveda celeste y nos arrastran en el río de la vida, dando pie a todos los sucesos y experiencias que vivimos durante nuestra etapa de vida material. Este torbellino de expansión y contracción hace posible la magia de las transformaciones y los cambios de las energías, que permiten adoptar nuevas formas en la naturaleza, cambiando sus estados y produciendo la metamorfosis de algunas especies.

Los chinos tienen la creencia de que las fuerzas que producen los cambios que suceden en el mundo exterior también actúan dentro de los cuerpos de los seres humanos, igual que un microcosmo en representación del gran cosmos. Los ritmos de la naturaleza que representan cada nivel de organización, desde el comportamiento de los cuerpos celestes a los órganos internos del cuerpo humano, parece que tienen un mismo patrón energético que los gobierna, sería algo así como una “matrioska”, esas muñecas rusas que encajan una dentro de la otra, cuyas piezas representan las repeticiones idénticas de los universos, uno dentro de otro.

“El Cielo tiene tres tesoros que son el sol, la luna y las estrellas
La Tierra tiene tres tesoros que son el agua, el fuego y el viento
Las personas tienen tres tesoros que son la esencia, el ”Chi” y el espíritu
Con la utilización de ellos se puede unir el Cielo y la Tierra.”
Poesía del Taoísmo antiguo

Ohsawa, igualmente, dice que las bases del Orden del Universo se hallan en el libro sagrado “I-Ching”, que contiene la doctrina de Fu-Hi, el primer emperador chino (2900 años A.C.). Confucio y Lao-Tse se dedicaron, 2000 años más tarde, a profundizar en su doctrina a través del “Tao-Te-King” y el “Tchuen’Ts’len”. Así Oshawa también explicó su concepción del Orden del Universo, habló de las tres etapas de la vida: la expansión infinita, la materialización inorgánica y la aparición de los seres orgánicos. Decía que todos los fenómenos son creados, funcionan y desaparecen según la mutua atracción e interacción entre las energías cósmicas gemelas del Yin y el Yang. Ohsawa describió este modo de interacción en las doce leyes del Principio Único. El hombre, punto final de la espiral de la creación, comparte todos los fenómenos de la naturaleza y posee un cuerpo físico y un “Yo” individual, nace, crece, se desarrolla, declina y muere dentro de los límites del espacio y tiempo. Este pequeño “Yo” limitado, es su “Yo”. Y además tiene su “Gran Yo”, unido a la Fuente, esta es la unidad absoluta que da origen a todos los fenómenos.

Los seres humanos atraviesan los mismos ciclos en sus vidas, al igual que las estaciones de la naturaleza. Es un patrón de expansión y contracción repetitivo que nos provoca el florecimiento y la decadencia, empezando por el nacimiento, madurez y decaimiento.

Dentro de cada momento de este ciclo, podemos reconocer en qué fase estamos de esa transformación observando nuestro estado físico o psicológico y, conociendo este proceso, podemos facilitar nuestras acciones y salud por medio de técnicas de la MTC, como la acupuntura o formas específicas de alimentación, ayudándonos con disciplinas como el Chi Kung, Yoga etc., y siguiendo ese flujo natural de las energías.

Los pueblos de la antigüedad tenían un conocimiento y sabiduría muy peculiar; la vida se ajustaba a la necesidad en cada momento. Llegada la primavera con la energía de crecimiento, se dedicaban a las labores del campo necesarias en estas fechas. Luego en verano, con la llegada del fuego y su energía expansiva, aprovechaban la fresca del día. A la salida del sol ya estaban funcionando y cuando el sol llegaba a su zenit descansaban en una buena sombra para recuperar las fuerzas y culminaban el día con la caída del sol, acostándose muy temprano para levantarse de madrugada. En otoño, eran fechas de recogimiento, recolectar y organizar los graneros y proyectar las labores antes de la llegada del frío. En invierno, con las nieves y la imposibilidad de trabajar en el campo, pasaban más horas en la cama, para dormir, recuperarse y acumular la energía del riñón. Sólo se dejaban guiar por el ritmo de las estaciones para vivir una vida en equilibrio con los ritmos biológicos y estar en conformidad con la naturaleza, y a su vez con la Tierra.

Como un microcosmos, los seres humanos encarnan todas las fases dentro de ellos mismos. Dentro de cada cosa están contenidas todas las cosas. En la semilla está el árbol, en el árbol está el bosque.

Las formas de vida son estaciones para la recepción y trasmisión de las fuerzas, a través de las cuales nos nutrimos todos. Cada cosa existe para nutrir a todas las demás y, a su vez, para nutrirse a sí misma. De este modo, cada reino de la naturaleza sirve para recibir y trasmitir vida.

“Estas fuerzas no son todas materiales, sino que incluyen energías sutiles de una naturaleza espiritual. En el mundo interior, un sol central es también el origen de la vida. El sol interior es nuestro verdadero Ser…”
Vasant Las y David Frawley. The Yoga of Herbs

Miguel Priego
Consultor de Macrobiótica en La Biotika.
MCT. Diagnóstico por los 5 elementos.
www.labiotika.es