El final del Verano y el Aparato Digestivo

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“Una medicina integrativa y global, ha de considerar las diferentes estaciones del año y su influencia en los diferentes órganos y funciones”. Esta es una visión que nos llega desde la antigüedad: Hipócrates, el Tao, la MTC… y que vuelve a recuperar su importancia en la actualidad. Desde el enfoque de la digestivo, especialmente al Estómago, Páncreas y Bazo.

Estos órganos son los primeros en intervenir en el proceso de la digestión. Y su influencia va a determinar el resultado final. ¿Y cuál es este resultado final? Algo tan fundamental como obtener todo lo que necesitamos, realizando una correcta selección, absorbiendo, metabolizando y por último, limpiando y drenando lo que ya no nos es útil.

Para ser más conscientes de lo que el Aparato Digestivo representa en nuestra experiencia vital nos conviene recordar este esquema que subyace en la base de todo ser vivo:

La Primera Función: ALIMENTACIÓN. Necesaria no sólo para llegar a existir en esta dimensión, si no para sobrevivir. Es obtener del medio todo lo necesario, “El Alimento”: Luz, Oxígeno, Nutrientes….
La Segunda Función: SELECCIÓN. Seleccionar de forma inteligente y acertada dependiendo de las necesidades concretas de cada ser vivo.
La Tercera Función: INTEGRACIÓN. Poder integrar lo seleccionado y transformarlo en parte de este ser.
La Cuarta Función: PROYECCIÓN. Es la capacidad de compartir con el medio todo este proceso de transformación, devolviéndolo en forma de energía, actividad, reproducción… lo que corresponda en cada momento a este ser.

Cuatro funciones simples que, quizás por vivir en un tiempo exageradamente complicado, hemos olvidado, que son la verdadera clave que, nos puede ayudar a simplificar mucho la vida y a orientarla en la dirección adecuada para obtener el propósito más importante: Ser Saludables y Energía del Elemento Tierra, asentado en estos 3 órganos digestivos, es la responsable de realizar esta alquimia, por eso nuestro verdadero laboratorio, donde “cocinamos la vida” es nuestro aparato Digestivo.

Y quizás por esta razón, en este siglo XXI, se ha puesto de moda como nunca antes el tema de la comida; grandes o pequeños chefs, programas y concursos de Tv, artículos en revistas, y todo tipo de actividades alrededor de este tema, han subido como la espuma.

¿Será que hemos empezado, a nivel inconsciente, a darnos cuenta de que queremos cambiar nuestra vida?
Y la forma más eficaz de hacer esto, aunque no guste, es entre los fogones.

Los energético que los distingue y les aporta sus cualidades, que a su vez, se convierten en las nuestras. Estos órganos y sus características tienen el poder de influir también en nuestros sentidos, emociones, pensamientos, actitudes y parcelas de nuestra vida.

El BAZO.
Está situado en el costado izquierdo, por debajo del diafragma. Además, desde que hemos descubierto que “podemos vivir sin él” ya lo hemos acabado de borrar del mapa.

Sin embargo, desde la perspectiva energética de la Medicina Oriental, es el Rey de la Sangre y del Aparato Digestivo.

Es un órgano que funciona con energía “Femenina”; el guardián de la energía de la Madre Tierra en nuestro energía “Femenina Ascendente”, se encarga de que el resultado último de la digestión, “suba” desde los intestinos y llegue a todos los rincones a cumplir todas las necesidades celulares.

Este pequeño gran órgano saca su potencial para desarrollar esta inmensa tarea de la Energía de la Tierra, que está especialmente activa en esta época del año. La Energía Tierra es una energía profunda y poderosa capaz de Transformar todas las estructuras.

El ESTÓMAGO.
También está nutrido por esta energía Tierra. Se encuentra en el Centro y realiza estas funciones:
– Disgrega y licua todo lo que, a veces indiscriminadamente, le echamos. ¡¡Pobre!!
– También sabemos que, dependiendo de lo mal que mastiquemos cada bocado, le obligamos a segregar ácidos cada vez más fuertes, que pueden llegar a enfermarlo.
– Su capacidad de segregar el Factor Intrínseco le convierte en una de las piezas claves para metabolizar la Vitamina B12 y así poder disponer del Hierro necesario para nuestra Sangre.

El PÁNCREAS.
Es una pequeña glándula, endo y exocrina, situada por debajo del estómago, también en el Centro del cuerpo.
– A nivel fisiológico, su función endocrina se encarga de regular los niveles de glúcidos en sangre, algo tan fundamental que su fallo nos puede suponer la muerte.
– En su función exocrina, enfocada al proceso digestivo, libera jugo pancreático formado por:
a) Bicarbonato para neutralizar el exceso de acidez que viene de los jugos gástricos y así transformar el ph a neutro, antes de llegar al intestino.
b) Diferentes enzimas como: amilasas, proteasas, lipasas. Enzimas que necesitan un medio básico para poder actuar (este medio básico lo proporciona el Bicarbonato)

Así, descubrimos un maravilloso laboratorio donde se realiza un verdadero proceso alquímico, en nuestro interior. Sin embargo, esto no es todo lo que estos órganos nutridos por la Energía de la Tierra hacen por nosotros.

Desde el Plano Sensorial, su Energía potencia nuestra capacidad de saborear no sólo lo que entra por la boca sino todo lo que entra en nuestra alimento, si no de integrar todo lo nuevo con el anterior archivo. Una de sus principales virtudes es que está abierto y disponible a todo lo que queramos añadir, sin protestar. De hecho hay personas que presumen de sus estómagos, porque digiere hasta “piedras”. Cierto, ¡por desgracia para ellos!
– Por último llegamos al Páncreas, esa pequeña glándula, sin la que no podemos vivir, que por el lugar privilegiado que ocupa, el Centro, influye en nuestro ritmo y en nuestro pensar. Si está muy tenso y cerrado, emocionalmente la persona se sentirá descentrada, estresada, con ansiedad y angustia, poco bienestar en su vida, y desajuste en su estado anímico.

No olvidemos que el Aparato Digestivo es un tubo que empieza en la boca, y recorre todo el cuerpo, hasta terminar en el ano. Su papel más importante es fluir, es dejar que las cosas entren, aprovechando todo lo que nos sirve, seleccionando a favor de la vida y sirviendo para desarrollar un mayor nivel de autoconsciencia. Hacemos nuestro todo lo aprovechable para crecer, y eliminamos inmediatamente todo lo que ya no nos sirve. Este gran recorrido del tubo digestivo no está pensado para estancamientos ni atascos; su mensaje es una invitación a la apertura, la fluidez y la disponibilidad. Y su clave es la capacidad de discernir y de encontrar soluciones a los problemas con los que la vida no dejará de retarnos, para ayudarnos a sacar lo mejor de cada uno.

Todas estas cualidades extraordinarias en nosotros, se “cocinan” en el tubo digestivo y se propician más o menos dependiendo de cómo lo tratamos y lo cuidamos.
La Energía de la Tierra nos invita a conectarnos con ella. Esto significa enraizamiento para nutrirnos más y más, de ese “arte” de aprovechar todas las vivencias para “crecer”.

Si esta Energía Tierra está debilitada, ya sea por la calidad de nuestros alimentos como por la cantidad (casi siempre en exceso) o la falta de masticación, podrán aparecer muchos síntomas, incluso sin tener aparentemente relación con estos órganos. La persona se vuelve fácilmente rígida y estancada, con la sensación de que la vida no fluye para ella, falta de estabilidad y equilibrio. Exceso de charla mental con demasiadas ideas repetidas o incluso llegando a las fijaciones u obsesiones, ansiedad, miedo y depresión, podrán aparecer con facilidad, muy a menudo fruto de un gran desequilibrio en Tierra.

Si nos fijamos en la estructura de éstos órganos, nos muestra no sólo sus funciones más importantes, si no en un plano superior, nos invita a no quedarnos apegados al pasado: lo viejo. Tampoco nos proyecta al futuro. Su poder de transformación se sitúa aquí fluyendo y aprovechando el ahora.

Otra gran cualidad de estos órganos es que nos llenan de confianza. Nos sentimos bien nutridos por la Madre Tierra y conectados a su abundancia y generosidad. Cuando esto sucede, no aparece la Mente de Carencia; esta no depende de tener más o menos, es una toma de conciencia muy sutil, que se nos da cuando estamos bien enraizados a la Madre, y sentimos tener todo lo que necesitamos.

Lógicamente, cuando se cambia el modo de alimentarnos, cambia la información que los sentidos filtran, cambia el estado anímico, cambia la forma de pensar y el ritmo de los pensamientos, cambian actitudes, y pueden cambiar hasta el sistema de creencias heredado de los ancestros. ¡Cambia la Sangre! Y toda la información que transporta.

La Comida, no es lo “superior”; esto se mueve más en la dimensión metafísica: puntos de vista, creencias, actitudes, formas de pensar, de sentir, emociones… Pero la comida trabaja con la Tierra, en nuestra “parcela vital” y la prepara para dar diferentes cosechas dependiendo de cómo la tratemos.

En cada persona hemos de tomar en cuenta muchos factores, su constitución, su condición actual, su actividad y desgaste, su edad, sexo, la estación del año y el clima donde vive… pero como norma general para todo el mundo evitaremos los alimentos extremos:

Extremo Yang
Sal Refinada Cruda
Salazones
Embutidos
Huevos
Quesos Curados
Pan
Carnes Rojas
Carnes Blancas

Extremo Yin
Productos químicos
(Edulcorantes, E- 330….)
Drogas, Alcohol
Bebidas industriales
Estimulantes
Chocolate, Azúcar
(Blanca, de caña, miel…)
Leche, Lácteos Blandos
Fruta Tropical
Verduras Solanáceas
(Patata, Tomate, Pimientos, Berenjena)

Especialmente para los órganos de Tierra son buenos los alimentos con una energía más “recogida” como la del final del verano:
– Verduras redondas como la calabaza, la cebolla, la coliflor… y todas las verduras de sabor dulce y suave.
– Cereales como el Mijo, redondo y dulce. Ideal para combinar con verduras dulces.
– Legumbres nutritivas y especialmente proteicas como el garbanzo y la soja blanca.
– Postres con dulzor natural y saciante, provenientes de la fruta y los cereales.

Mª Rosa Casal
Directora de Escuela de Vida
Consultora y Profesora Macrobiótica
www.escueladevida.es 

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