El Color es más Color, el Sonido es más Sonido

Es bien conocida la siguiente historia zen:

Mentor y discípulo caminan por el campo. El discípulo dice:

– Venerable maestro, ¿me puedes mostrar la verdad más alta?

El maestro pregunta:

– Querido mío, ¿escuchas el trino de los pájaros? ¿Sientes la brisa del aire? ¿Hueles el aroma de las flores.

– Sí- dice el discípulo.

Y el maestro replica:

– Entonces no tengo verdad alguna que mostrarte.

Porque unos logran conectar con el aquí y ahora, y otros no. Porque unos consiguen estar en la percepción consciente, y otros no. Porque unos viven cada instante con plenitud, y otros no.

Esto-aquí-ahora.

En un sermón de solo una palabra, Buda dijo: «¡Conecta!».

Estar atento para conectar con lo que es, no con lo que queremos o tememos que sea, no con lo que interpretamos o suponemos que es.

Ahora o nunca. Entrar en la profundidad de la caricia. Sentir el té aromático y tibio en la boca. Afrontar el momento con consciencia. Vivir cada instante como si fuera el primero y el último. Pero desde el discernimiento, la lucidez y la ecuanimidad. Saber mirar detrás de las apariencias, distinguir entre lo esencial y lo banal, aprovechar cada situación no para afirmar el ego (mindfulness desvirtuado y tan de moda), sino para desmantelarlo.

Mirar. Observar desde la visión cabal e imparcial. Estar tan receptivo que el color sea más color y el sonido más sonido. Contemplar cómo todo surge y se desvanece, sin apego, sin dejarse tanto prender en la tela de araña del gusto y el disgusto, el apego y el aborrecimiento. No aferrarse. Saber respetar el curso de los acontecimientos.

Estar en lo que es, pero con respeto a toda forma de vida. Permanecer en lo que sucede, pero desde la ética genuina y la sabiduría. Penetrar el surgir y desvanecerse de todo lo compuesto, con serenidad vital o con vitalidad serena.

¿Qué es el mindfulness como muchas personas lo enseñan o lo aprenden? Una vía para robustecer más el ego (egoestima) y no la verdadera autoestima. ¿Mindfulness para explotar, manipular, brillar socialmente, consolidar más la densa burocracia del ego y las tendencias narcisistas? ¿O el entrenamiento de la atención mental pura para descorrer los velos de la mente, los autoengaños y los oscurecimientos y poder percibir la realidad oculta, más allá de la ignorancia básica de la mente? ¿Mindfulness para cultivar apego o desapego?.

La concentración es solo un factor de la triple disciplina; no basta, se queda coja o incluso encadena más que libera. Tiene que ser apoyada por la virtud (ética genuina y no la hipócrita moral convencional) y por la sabiduría o entendimiento correcto.

El cultivo y entrenamiento metódico de la atención se lleva a cabo mediante la meditación en un buen número de soportes o apoyos que nos han propocionado los yoguis y el mismo Buda. No basta con querer estar atento, sino que hay que entrenarse para estar atento y conducir esa actitud de atención a las actividades de la vida diaria. Si no hay entrenamiento, no hay posibilidad de estar atento. Pero se engaña a la gente y se le dice: «estáte atento y ya está». Pero si no hay un ejercitamiento uno falla una y otra vez en el intento.

Muy atento puede estar un torturador, un ladrón, un estafador. El entrenamiento de la atención es para conseguir una visión lúcida (vipassana) que nos permita ver la insustancialidad de los fenómenos para poder ir más allá de los mismos. Esto, obviamente les sonará a chino a muchos mindfullnistas que ni siquiera han indagado en las fuentes de la Atención Consciente. La atención es un factor liberatorio de primer orden, que va procurando intuiciones esenciales en el proceso de autodesarrollo y evolución. En mi obra «La Meditación Vipassana» incluyo las numerosas técnicas o «apoyos» que se han venido utilizando desde antaño para conseguir el despertar de la consciencia.

No sólo hay que estar atento a lo que sucede fuera, sino también a lo que sucede en uno, para aprender a regular la mente, la palabra y los actos. Como dijo Buda: «Si te estimas en mucho, vigílate bien». La atención, asociada a la virtud y la sabiduría, es ese «tercer ojo» que puede ver lo que escapa a la visión ordinaria y que así puede mutar la consciencia y hacernos mentalmente más libres e independientes.

El trabajo de la atención es un modo seguro, si uno a tal fin lo aplica, para ir debilitando las tendencias insanas de la mente: ofuscación, avidez y odio.

Ramiro Calle
Centro Shadak

www.ramirocalle.com