Alimentación y frío: alimentos y plantas para nuestro sistema inmunológico

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Alimentación y sistema inmunológico van de la mano. Cómo nos alimentamos es clave para tener un sistema inmunológico fuerte y preparado para afrontar cualquier contratiempo en nuestra vida. Con la llegada del frío, el cambio de hora, la vuelta a las obligaciones, el trabajo, el estrés del día a día…, nuestro cuerpo sufre, se debilita y enferma si no nos hemos preparado para ello. En cada estación, nuestra sabia naturaleza nos ofrece los alimentos adecuados que van a nutrir y reforzar nuestra energía vital frente a microorganismos y bacterias o situaciones de estrés climático (frío, calor), estrés mental (mucho trabajo), estrés físico (muchas obligaciones) o estrés emocional (preocupaciones).

El otoño es una etapa perfecta para empezar a calentar nuestro organismo y prepararnos para que el frío no nos pille por sorpresa y caigamos en esos eternos resfriados y esa tos recurrente que nos agota y nos produce múltiples malestares. ¿Qué es lo que necesitamos para reforzar y mimar nuestro sistema inmunológico? Es fundamental que nuestra lista de la compra esté protagonizada por alimentos contractivos (yan) que mantienen el calor interno impidiendo que se pierda; son alimentos caloríficos que nos van a reforzar, relajar, y nos van a permitir sentirnos mucho mejor. ¿Por qué no ser amables con nosotros mismos y permitirnos comer lo mejor que la naturaleza nos ofrece en cada momento? Compartimos con vosotros 5 alimentos, 5 plantas medicinales y 5 especias que no deben faltar en vuestra despensa desde hoy mismo para fortalecer el sistema inmunológico ante el frío. Hablamos siempre de productos ecológicos.

5 Alimentos clave

  1. Calabaza, boniatos y zanahorias: además de deliciosas son una fuente importante de betacarotenos que en nuestro cuerpo se transforman en vitamina A, fundamental para generar glóbulos blancos y combatir infecciones. El sabor dulce natural que aportan a nuestros platos nos calma y relaja. Son verduras perfectas para preparar una nutritiva crema o cocinar estofados con proteínas vegetales. De la calabaza no sólo comeremos su pulpa, también sus deliciosas semillas son un complemento perfecto para nuestros platos, ricas en grasas saludables (omega 3 y omega 6), antioxidantes y fibras. También son muy ricas en triptófano, un aminoácido esencial que nuestro cuerpo convierte en serotonina, que a la vez se convierte en melatonina, «la hormona del sueño».
  2. Setas y hongos: grandes activadores del sistema inmunológico. Contienen algunos de los compuestos medicinales más importantes. Por ejemplo, la seta shiitake (Lentinus edodes), además de ser una de las más apreciadas por su sabor, su contenido en lentinano, un polisacárido antitumoral, la convierte en un potente modulador y regulador inmunológico. Junto al shiitake, el maitake y el reishi se han denominado «elixires de la vida«. Los champiñones blancos son una fuente muy rica de selenio (poderoso antioxidante conocido como «El protector silencioso») y vitamina B2 (riboflavina), que ayudan a combatir las infecciones. Las setas y hongos son perfectos para tomar en las cenas, ya que ayudan a depurar.
  3. Legumbres (garbanzos, judías, lentejas, azuquis, soja, guisantes): son una fuente buena de hierro, zinc y magnesio. Refuerzan nuestro sistema inmunológico y su contenido en vitamina B6 ayuda a generar glóbulos blancos que combaten las infecciones. Los estofados de legumbres, además de calentarnos, nos ofrecen una magnífica fuente de proteína vegetal, tan necesaria en la época de frío.
  4. Cereales integrales: vamos a utilizar especialmente el arroz de grano medio y corto, la avena, el mijo, el trigo sarraceno y la quínoa. Muy ricos en fibra y en hidratos de carbono de absorción lenta, nos van a proporcionar energía duradera. Son ricos en lignanos, fitoestrógenos vegetales anticancerígenos. Además, son una buena fuente de vitaminas de grupo B que nutren nuestro sistema nervioso. Podemos crear platos muy nutritivos y dulces con los cereales acompañados de verduras, algas, seitán o tofu.
  5. Cebolla, ajos y puerros: los compuestos azufrados que contienen son de un gran interés terapéutico. La cebolla contiene disolfuro de alilpropilo de efecto antiséptico y antibiótico. Antiinflamatoria, analgésica, desintoxicante y expectorante, ayuda a eliminar las mucosidades del sistema respiratorio. Eso sí, hervida pierde casi todo su poder antibiótico. El ajo, un imprescindible en la cocina, es un gran estimulante del sistema inmunológico y un magnífico antimicrobiano que actúa ante una gran variedad de virus, bacterias y hongos. Al igual que la cebolla y el ajo, el puerro es un excelente antibiótico natural muy adecuado para combatir y eliminar microorganismos intestinales. Además, es muy rico en selenio, un mineral clave para nuestras defensas.

¿Qué te parece incorporar un par de días a la semana una exquisita crema con cebolla, puerros y calabaza y un estofado de legumbres con ajo, zanahorias, boniato y shiitake acompañado por un cereal integral? Sencillos, nutritivos, saciantes y protectores ante el cambio de temperatura que nos llega.

4  Plantas medicinales 

  1. Equinácea (Echinacea purpurea M.): estimulante del sistema inmunológico, la equinácea es antiviral, antiinfecciosa, fungicida, bactericida y antirradicalar. Este antibiótico natural previene las infecciones en general y activa los Linfocitos T, pero ¡ojo!, la equinácea no es una planta que se pueda tomar durante todo el invierno, para que sea efectiva y cumpla su misión de prevención no se recomienda tomarla durante más de dos semanas seguidas.
  2. Ginseng (Panax ginseng M.): es muy conocido desde hace milenios como tónico y afrodisíaco, esta planta herbácea pequeña es adaptógena, por lo que nos ayuda a adaptarnos a los cambios. Aumenta nuestra resistencia al estrés, a la fatiga, al excesivo trabajo físico y mental, al frío, al calor o a las infecciones. El ginseng produce la sensación de bienestar. Al igual que la equinácea, no es una planta que pueda tomarse durante largos períodos de tiempo, si hacemos esto puede producirnos un efecto rebote y que nos sintamos más cansados.
  3. Los 3 reyes del mediterráneo: tomillo, orégano y romero (Thymus vulgaris, Origanum vugare L., Rosmarinus officinalis L.): además de sus virtudes aromáticas, estas tres joyas del mediterráneo son energizantes y tónicos a nivel físico, mental y emocional. El tomillo actúa sobre el sistema respiratorio, es expectorante y antitusígeno; su aceite esencial es altamente antiséptico. Altamente antioxidante, el romero estimula el sistema nervioso, sube el ánimo, es revitalizante, activa y tonifica las glándulas suprarrenales. El aceite esencial del orégano es uno de los antibióticos naturales más potentes que existen, es un gran fortificante del organismo. Los tres podemos tomarlos en infusión o acompañando a nuestros platos, les darán un sabor y un toque deliciosamente medicinal y preventivo.
  4. Jengibre (Zingiber officinale): el consumo de este rizoma nos produce un poderoso calor interno. Excelente antiinflamatorio, digestivo y analgésico, alivia la congestión nasal y reduce la acumulación de mucosidades. Se puede mezclar en las comidas y se puede usar tanto en polvo seco como fresco. La crema de calabaza con jengibre es deliciosa.

No queremos cerrar este artículo sin antes animaros a probar y experimentar con los alimentos y las plantas medicinales que os hemos indicado, grandes aliados y amigos de nuestra salud que nos van a ayudar a que nuestra adaptación al frío sea mucho más fácil y sencilla, reconfortando nuestro día a día. El propóleo, el clavo, la canela, la cúrcuma y la nuez moscada son otros básicos de cara al invierno.

 

Celia Valenciano
Departamento de Comunicación de El Vergel
www.el-vergel.com

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6,5 minutos de lecturaActualizado: 31/01/2019Publicado: 03/11/2014Categorías: NutriciónEtiquetas: , ,

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