Si te ves incapaz de parar de comer helado o chocolate hasta que se acaba, si comes con ansiedad, si quieres dejar de comer emocionalmente, y ves la comida como tu enemigo, Adiós al hambre emocional (EDAF) te proporcionará esa ayuda que estás buscando.

Hablamos con su autora Laia Solé sobre la relación entre comida y emociones para que nos de las claves para tener una relación en paz con la comida, con el cuerpo y nuestro interior

¿Cómo diferenciar si comes por hambre real o por hambre emocional?

A simple vista, cuando tenemos un antojo súbito de comida, no resulta fácil distinguir si se trata de hambre física o emocional. Pero cuando nos detenemos a observarla, nos damos cuenta de que tienen muchas diferencias:

  • El hambre física es una sensación corporal localizada en el estómago. En cambio, el hambre emocional es más difusa, no está tan localizada en una parte concreta del cuerpo. Puedes sentirla como una sensación de vacío o ansiedad.
  • El hambre física es progresiva y la emocional es repentina, tiene que satisfacerse ya, rápido, sin control.
  • El hambre física es paciente, el estómago va enviando señales de aviso, pero puede esperar a que se acabe de cocinar la comida o a que el camarero te sirva el plato. La emocional quiere ser satisfecha de inmediato.
  • Si tienes hambre real, cualquier opción de comida te parece bien, porque lo que tu cuerpo necesita es energía. Si lo que tienes es hambre emocional, no te satisface cualquier cosa, tienes antojo por alimentos muy concretos.
  • El hambre fisiológica se satisface con comida. Cuando estás confortablemente lleno, dejas de comer. En cambio, cuando el hambre es emocional nunca te sientes saciado, pues, si el hambre real no fue lo que te llevó a comer, tampoco la saciedad te llevará a parar de comer.

No hay comida suficiente en el mundo para satisfacer el hambre emocional. Porque no necesitas comida, necesitas atender tus emociones.

¿Porqué tantas personas tienen una relación desequilibrada con la comida?

Las emociones desagradables son grandes detonantes del comer compulsivo. Como en general no nos permitimos sentir ni expresar ciertas emociones, porque consideramos que no es correcto sentirlas o porque sencillamente no sabemos cómo lidiar con ellas, nos las comemos, literalmente.

El aprendizaje de las personas que tienen una relación desequilibrada con la comida pasa por aprender a conectar con su estado emocional y a responder a él con otras cosas que no sean comida. De lo contrario, irán desarrollando lo que en mi libro «Adiós al Hambre Emocional» llamo el «sobrepeso emocional«.

¿Qué relación con las emociones tienen la adicción al dulce o a otros antojos poco saludables?

Podemos satisfacer una necesidad emocional de forma constructiva o destructiva. Cuando nos atiborramos de cualquier alimento rico en azúcares y grasas, conseguimos un alto nivel de serotonina que nos sirve para evitar mirar de frente el dolor que sentimos en nuestro interior. Es cierto que al comerlo experimentamos placer, pero es una estrategia destructiva de gestionar nuestras emociones.

Personalmente pasé mucho tiempo intentando llenar el vacío emocional que sentía, con diferentes adicciones. A fuerza de practicar los ejercicios que comparto en el libro, descubrí que detrás de esas adicciones se escondía un profundo rechazo hacia mí misma. También me di cuenta de que recurría tanto al dulce porque yo era dulce con todo el mundo, excepto conmigo misma. Faltaba ternura en mi vida, y me la daba a través de los dulces.

¿Cómo actuar ante una crisis emocional para evitar darnos un atracón?

Es inevitable que surjan pensamientos críticos, sensaciones desagradables o emociones difíciles de gestionar, pero la clave está en impedir lo que ocurre después de que aparezcan.

  • El primer paso es aprender a observar la emoción que hay. Cuando sientas ganas irrefrenables de comer, observa en qué parte de tu cuerpo está alojada esa sensación. ¿Dónde se está produciendo esa sensación? ¿Dónde la notas?
    Observa dónde se encuentra ese dolor y cómo es. ¿Tiene algún color? Si tuviera una forma, ¿cómo sería? ¿Notas alguna vibración, cosquilleo o pulsación? Al localizar el dolor de forma muy concreta y tangible, visualizándolo como un color, con una forma, con textura y movimiento. Estás poniendo atención en sentir lo que sientes basándote en tu experiencia directa, no en lo que tu mente te dice.
  • Una vez localizada esa sensación incómoda, el segundo paso consiste en abrazarla. Puedes hacer tres respiraciones profundas, colocar una mano en tu pecho y la otra en el abdomen y visualizar que la acoges, que la abrazas y que te abres a ella (en vez de rechazarla o evadirla con comida).
    Al abrazar esa energía que ha estado estancada, causando ese peso, esa presión y, por lo tanto, ese sufrimiento, te liberas de ella.

Laia Sole

¿Cómo la aceptación influye en la transformación?

Porque cuando queremos adelgazar partimos de la no aceptación de nuestro cuerpo. Aceptación es reconocer la situación tal y como es y permitir que sea lo que es, sin pretender cambiarla.

Durante gran parte de mi vida adulta, creí que algo no estaba bien en mí. Que siendo tal como realmente era, no valía lo suficiente. Con un profundo trabajo de autoconocimiento, empecé a verme, a conocerme y a abandonar la idea de que debía ser quien no era. Al aceptarme tal como realmente era, con mis luces y mis sombras, empecé a abrirme, a dejar de huir de mí misma y de las cosas que más temía.

Fui comprendiendo que ni el problema ni la solución estaban en el comer o en dejar de comer. Que la superación de los conflictos con la comida pasaba por amarme tal como era en ese preciso momento. Y, solo a partir de entonces, empezaron a producirse cambios positivos y sostenibles en mí misma, en mi cuerpo y en mi relación con la comida.